domingo, 3 de septiembre de 2017

Fernanda Restivo * Minuto Fantástico

Torcianti, anunciaba su documento de identidad. Masculino, decía el Sexo inscripto bajo el plastificado. Blanco, su cabello impecablemente peinado cada vez que un espejo salía al cruce y lo llamaba a lucir su seducción. Una sonrisa en su cara, daba señales de estar siendo correspondido por algún cuerpo amado. De terciopelo azul, su saco cocido a mano por un sastre de aquellos años. Marrón, su pantalón Oxford. A rayas rojas y plateadas, su hermosa corbata anudada impecablemente al cuello. –“¡Tiene que hacerme un documento que diga que yo vengo a ésta clínica de día porque estoy por desaparecer recién me di cuenta cuando doblé  en la esquina desapareció ella!!” La pavura atravesó sus ojos que ahora se incrustan en los de (otra ella). Ella, era la sombra que al torcer en la esquina se hacía humo sin dejar alguna clave que arroje una explicación. –“¡¡pierdo el ti!! y sólo me queda torcián!!! cuánto más me alejo de aquí sólo retengo el tor!!!tiene que hacerme el documento que diga que soy de éste lugar porque así tal vez pierda el ti pero me quede el torcián y entonces no pierda a ella que me acompaña a todas partes.” Algunos decían que había perdido a su mujer, que se habría ido a los cielos. En verdad no sabemos si ella habrá tenido alguna vez un nombre propio o sólo se trata de ese pronombre personal: Ella, su sombra, su pena, su lastre, su desastre, el peso de la sombra, eso que te sigue y de lo que no te podes desprender. Esa que queda tras de ti, ese pasado que no ha sido pisado. Las ataduras, la pena de amor. La gravedad. La fuerza de gravedad. Esa, que te deja en pie en ésta tierra. Lo cierto era que éste hombre habitaba una tristeza que era la antesala del abandono de esa fuerza. La materia amenazaba con abandonar su estado sólido para alcanzar el gas hasta desaparecer. Un cuerpo al que se le retiró la química ahí donde ella forma enlaces. Es necesaria(al menos) una reacción. Se confeccionó una credencial que lo acreditaba a la clínica de día donde  su prestador le daba una cobertura. Plastificada como su DNI lucía en su billetera con aire de identidad. Otra vez al menos dos. Ella volvió y no amenaza abandonarlo (al menos por el momento).



Una de esas mañanas de invierno en las que el aliento arma señales de humo que salen por las bocas, le cuenta cual es el nombre propio de Ella. Y una historia de amor, inolvidable. – “viene conmigo vaya donde vaya, nunca me ha abandonado y ese día me asusté mucho porque sentí que la podía perder. Se desprendía de mí y entonces andaba ligero ligero sin ella como si me fuera a evaporar”. Cuando puede perderse hasta el aliento, ese soplo de vida que inocula de aire nuestros pulmones en el primer grito de hurra al asomarnos a éste mundo…Cuando lo que se suele llamar alma, abandona nuestro cuerpo y ya no tiene lugar de reposo donde depositarse…Cuando las palabras ya no están ligadas a una historia, a lo falso, a la posibilidad de una ficción que ofrezca una escena donde hospedarnos…



El capitalismo impone una ligereza (una velocidad también) de la que ya hablaba Heidegger, en esa conferencia citada por Lacan en su seminario sobre la Ética. En ella plantea que en la cercanía está eso que solemos llamar cosas. La cosidad de la cosa, lo incognoscible, lo inasible del vacío, la cosidad del amor (diría hoy), eso del amor que no tiene nombre. Las cosas del amor. No ha lugar a la cosidad del amor porque usted podrá adquirir sólo moviendo el cursor de su computadora y a la distancia de un clic en el Enter todo el saber  que quiera tener.

La globalización no podría ser posible sin dejar fuera lo que quedará opaco para siempre. No hay resto para el amor, o tal vez mejor decir que se ofrece un amor que es pura suma. En éste sistema los divisores y los dividendos se encuentran fuera del territorio del amor. La bolsa cotiza muy lejos de un vientre y por su rotura no se expande un líquido que anuncia vida, al contrario, más bien en cada amenaza de muerte en el mundo, la bolsa cae (misterio que no es el del amor).

¿Qué da a luz la extracción del texto propuesta para esta ocasión?  Vino a mí, una posible enunciación de la regla fundamental que se le formula a aquel que se disponga a la aventura de un análisis: tome lo que venga que aquí será bienvenido, le daremos un lugar digno, le daremos tiempo hasta que diga su nombre. Aquí haremos como hace un isleño cuando cada marea del río promete en su bajante la llegada de cosas a su orilla. No tienen dueño, ni propiedad, no se pueden devolver porque está perdido el lugar de origen. Tampoco es una sustracción (robo). Al que le toca le toca y entonces tal vez así, al hospedarlo, se engendre un quién. Un preciado depósito que no es bursátil, una donación que el río nos deja a los pies del terreno, ese río, esas cosas que el río guarda en su misterioso transporte.

Tal vez haga falta que no rechacemos, con ligereza, lo que viene. Tal vez sea, fundamental.




Fernanda Restivo, 2017.




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