jueves, 24 de agosto de 2017

Abro y miro dentro * Mercedes Marcer



Abro y miro dentro. Vuelvo a esas tierras, ahora áridas. El rio secó y solo hay espinas filosas, vestigios de vida. Todavía quedan algunas sanguijuelas que se retuercen moribundas, ya no se aferran a mis tobillos. Se dejan aplastar. Veo los árboles sin ramas, aún de pie, con las raíces intentando perforar el piso. Las flores han muerto, inclusive la blanca que él plantó. Mi preferida es ahora un yuyo marrón que pincha. Camino confundida, todo cambió pero sigue siendo el mismo lugar. Estoy mareada, el aire es espeso y lleno de polvo. Se incrusta en mis ojos, duele. Reconozco los huesos de un amor, allí en el banco donde me sentaba a contemplar la hermosura de este lugar. Un amor que transformó esto en desierto.
Cierro con candado y alambres. Coloco una flor blanca sobre el cajón, me despido del corazón que ha muerto. Veo cómo va bajando, hasta enterrarse por completo.




Mercedes Marcer, 2017.
Desde los talleres de Siempre de viaje.

Areca Roe

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