lunes, 21 de diciembre de 2015

Fue un viernes * Víctor Quintero



Fue un viernes. Caminar hasta su casa fue toda una hazaña. Sólo la sombra de los edificios podía mitigar un poco el sol. Su pedido fue claro “Quiero helado de dulce de leche y limón”. La ansiedad quemaba mis deseos, y el fuego en mis venas era aún más fuerte que el calor ambiental. Por fin podría estar solo con ella, al menos compartir un helado en su casa.


Cómo era natural, me hizo esperar en la puerta. Por fin, como una hermosa bailarina rusa, apareció y me abrió. Su pelo dorado me dejó casi ciego, su piel rebozaba alegría y todo su cuerpo estaba cubierto por un aura amarilla. Yo sin palabras lo único que pude hacer fue mostrarle el helado como excusándome de estar ahí, ella sin más, me tomó de la mano y me llevó al apartamento.


Entre risas y descoordinaciones nos sentamos en un sillón. Yo pregunté por las cucharas para el helado, aquellas de forma rectangular. Ella me miró sorprendida por aquél pedido. No importó. El sabor del helado y el calor nos llevó a quitarnos toda la ropa. El aire acondicionado no pudo apagar el infierno que habíamos desatado. 


Víctor Quintero, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje para Minuto Amor de Verano.



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