viernes, 5 de junio de 2015

Juan Castro Walker * Agua



Me despierto en mi cucheta, el agua golpea suave el otro lado del casco del barco. Creo que escucho cómo se desintegra la espuma de las olas. Me doy vuelta y me tapo hasta la cabeza buscando unos minutos más de sueño.
Sentado frente al mar, miro la inmensidad, el ritmo de las olas. Entonces vienen a mí otras aguas que de la misma forma me calman, relajan. Una lluvia persistente me empuja a buscar un refugio, un nido, a cerrar fuerte los ojos y abrigarme. Ahora es un arroyo que corre entre las piedras quien me acuna.
Es eso, es el sonido lo que me adormece, esa sorprendente cualidad que no es del agua, pero me deja identificarla sin verla.
Escucho sus diferentes voces, de lluvia leve que apenas golpea la superficie de un suelo polvoriento. O el rio que corre incesante en un caudal amplio, tal vez marrón, que me cuenta cuan separado estoy de la otra orilla. Y el mar, otra vez el mar, el ruido de la espuma que solo el agua salada posee.

Duermo, el agua sigue, golpea suave el otro lado del casco del barco.


Juan Castro Walker, 2015.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje. 



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