jueves, 5 de febrero de 2015

El bombón de los faroles - Marcela Manuel


Y en medio de semejante quilombo, nos bajamos y nos encara un bombón con dos faroles que no se podía creer. Ni atinamos a decir, hacer, preguntar. Mudez abrupta total. 
Carla se empieza a reír y arranca: ¿café? Juana va al baño y yo me quedo con los bocinazos, la lluvia y todo el menjunje de nuestra propia actividad viajera.
La cosa es que el bombón habla medio en chino medio en lunfardo, no le entiendo un carajo. Es todo un desbarajuste descomunal, incluído mi estado psicofísico y el de Carla. 
Y el de Juana. 
El de las tres, en síntesis.
Bueno, de golpe vuelve Juana del biorsi, le hace chistes al bombón, nos seguimos riendo, el bombón sigue mascullando, solo nos reímos. 
Esa es la situación.
Nos empieza a gritar un flaco peludo que corramos el auto. Las llaves ya ni se quién las tiene, yo estoy empapada, pegajosa, muy de risas, no palpo llavero con llave en bolsillo alguno.
Me desconecto y seguimos a las carcajadas en tren de entender al bombón de los faroles.
Se acerca una señora y nos dice: -Chicas ¿ese auto es suyo? Un desastre, sí es nuestro auto, le dice Juana que a la sazón es la más despabilada. Carla le cuenta a la señora que no encontramos las llaves y el bombón cambia la cara, se agacha, le grita a un pibe que estaba cerca, gesticula, levanta los brazos, agita las manos. El flaco viene, nos empieza a hablar en el mismo dialecto que el bombón, ninguna entiende nada y cada vez se nos acerca más gente.
Imaginate: la lluvia, la humedad, el calor, las calles de barro, el gps desconectado de las tres y todos queriendo que nos apuremos.
Voy al baño, ya era imposible no darse cuenta de la necesidad irrefrenable, el baño es un inmundo baño de estación de servicio de un lugar semi-urbanizado, lleno de moscas y de insectos varios, con un olor a matadero infernal, un asco.
En el extraño y difícil momento de embocar y no contactar, encuentro el llavero y la llave por supuesto. ¡Decime vos dónde cuernos estaban!
Regreso distendida y no menos risueña. Carla y Juana están a punto de ser linchadas por los automovilistas que realmente quieren que corramos el auto de lugar.
Miro al bombón de los faroles, subo al auto, me impregno del casi trágico ambiente circundante, les toco bocina a mis queridas partners, vienen corriendo y salimos muy rápido, rapidísimo a esa ruta por la que venímos sin saber adonde va.
En fin, viajes son viajes.


Marcela Manuel, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.

Ellio Mc DOwell

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